SIEMPRE ESTAMOS EN GUERRA

"La (in)comunicación se ha convertido en la razón de ser de la política" (Salmon, C.; La Era del Enfrentamiento, París 2019)
En enero de 2020 apareció en la portada de un influyente diario español una seudo-noticia, que contenía una opinión sobre el significado sociológico del acuerdo que desencadenó el gobierno monstruoso que nos ha atacado en el último lustro. La seudo-noticia decía:
"Hace unos días el catedrático de sociología José Juan Toharia explicaba en El Confidencial que el origen de Vox se localiza en una especie de federación de gente que ha dicho "ya está bien". Entre sus electores no necesariamente existirían vinculaciones ideológicas sino de hartazgo y de cabreo. La tesis de este eminente académico enlaza con las que sostiene respecto al electorado de Donald Trump el teórico de la comunicación Christian Salmon en su último libro titulado 'La era del enfrentamiento'.
Aduce el autor que en la campaña de 2016, el candidato republicano "supo dirigirse (…) a esas pequeñas repúblicas autónomas de resentimiento y logró federarlas en una oleada de sobreexcitación". Luego, su ideólogo de cabecera, Steve Bannon, se encargó de pulir el mensaje con ideas fuerza que calaron en las clases medias norteamericanas. Les persuadió de que el libre comercio desplazaba las industrias, de que la inmigración clandestina solo servía para bajar los salarios de los trabajadores nativos y de que la superestructura política era esencialmente extractiva de sus esfuerzos fiscales. Desde este viernes, la arrasadora elección del aislacionista Boris Johnson se ha convertido en el signo de los tiempos, en una reválida gravísima de un movimiento de clara regresión política.
En España, la política de los últimos años avanza imparable hacia la configuración de una potente federación de cabreados a los que desde las posiciones extremistas se cultiva con facilidad por las ventajas que les ofrecen los dirigentes que no saben decodificar el entorno social. Javier Marías, un autor que no se muerde la lengua cuando hace incursiones en el análisis político, escribió un artículo en 'El País Semanal' el pasado 1 de diciembre titulado "El factor aversión". Sostenía el académico que al PSOE y a Podemos le podría ocurrir lo mismo que a Ciudadanos —es decir: descalabrarse— porque los socialistas, escribía, se están contaminando con los morados.
Y añadía que Sánchez "con su coalición súbita y cínica se ha enajenado para largo tiempo a millones de españoles, sin conquistar a ni uno nuevo". Marías criticaba que ahora que Podemos ha caído a 35 escaños se le "premie frívolamente con una vicepresidencia y tres ministerios, a cambio de formar un Gobierno, si se forma, impopular, precario, lleno de tiranteces y de adversarios acérrimos. Y a cambio de recibir el PSOE el rencor profundo, y quizá definitivo, de la mayoría de los ciudadanos". Este es el factor aversión.Nuestro autor, sin embargo, no ha computado en su análisis —por razones de tiempo— que ese Gobierno del PSOE con UP lo sería también con ERC, el partido que coprotagonizó la sedición de septiembre y octubre de 2017 en Cataluña, lo que hace más acendrada la "aversión" a la que se refería en su texto y que el también escritor Andrés Trapiello, en el mismo periódico el pasado jueves, explicaba así de claro: "Los golpistas, por ejemplo, siguen viviendo en el siglo XIX, niegan que nunca proclamaran la república catalana aunque sostienen que volverán a proclamarla en cuanto puedan".
"Por eso no se comprende que quien ha ganado ese pleito, o sea, el Estado, le dé la razón, Gobierno mediante, a los que han perdido, tratando, en primer lugar de cambiar las palabras ('no es conveniente hablar de vencedores ni vencidos'), obviar a los jueces y admitir en su propio equipo a quienes habiendo perdido se presentan como vencedores, sea en la cárcel, en el exilio por fuga o en un sillón del Consejo de Ministros".
Hay determinadas políticas que generan socialmente la llamada 'antipolítica' y ahondan en el descrédito, no solo del sistema, sino también de los valores que tradicionalmente connotaban una sociedad bien articulada. Si el apaciguamiento es la única manera de abordar los problemas de la convivencia frente a aquellos que con más energía subversiva quieren arrollarla, estamos perdidos. De ahí que la federación de cabreados aumente al mismo ritmo que la fragmentación representativa de los territorios españoles. Ya no solo hay partidos nacionalistas en Cataluña, País Vasco y Galicia. Ahora también emergen otros en una suerte de cantonalismo que ha prendido en Teruel, en Canarias, en Valencia, en Cantabria… con otras iniciativas del mismo corte que están en fase de formación y lanzamiento.
Los partidos nacionales están dejando de serlo. Lo advierte el catedrático de Economía del Desarrollo de Oxford, Paul Collier: "El populismo es el cabreo de los de las comarcas contra la capital" ('La Vanguardia' 11 de diciembre). Y a más cabreo, más fragmentación y mayor radicalismo; más particularismo y más egoísmo; menos solidaridad y más introversión territorial e ideológica. Efectivamente, como supone Salmon, estamos en la era del enfrentamiento.
Con ciertos ribetes escatológicos, pero que el común de los mortales ha entendido a la perfección, el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, ha comentado que "yo, para Reyes, lo que no quiero, como no creo que quiera ningún español ni ninguna española, es vaselina". Se le entiende todo: hay planteamientos políticos tan distorsionados que no existe forma de convertirlos en aceptables por más que se vistan de una retórica persuasiva y a sabiendas, como insiste el ya citado Salmon, de que existe un "uso estratégico de la mentira", de que "las campañas se hacen en verso pero se gobierna en prosa" y de que "la comunicación se ha convertido hoy en la razón de ser de la política". Con estos criterios se incrementan los cabreados y vamos derechos al populismo que ya asoma, potente, en todos los países occidentales como estamos comprobando en el Reino Unido de los mayoritarios ultraconservadores. Sánchez debería tenerlo en cuenta."

Naturalmente, este texto no habría podido aparecer en la Prensa española si no participase de la misma mentira que critica. De hecho, apenas dos meses más tarde, el tan denostado gobierno encabezó un fraude de proporciones colosales, ¡vehiculado por la propia Prensa!, y nos encerró con llave en nuestras casas durante meses para poner patas arriba el ordenamiento legal español.
Ante las próximas elecciones, del 28M y del 23J, no está mal releer este artículo que, asomando Frankenstein, nos convenció, y ver en qué han quedado aquellas declaraciones de principios del periodista que lo escribió, o del Presidente autonómico que se cita en él. Por otro lado, hay que advertir al lector de que una cosa son los fenómenos sociales epidérmicos, y otra las alteraciones del organismo que los provoca. En este sentido, la ciencia infalible para hacer el diagnóstico es lo que 'técnicamente' llamamos los cristianos la ciencia de la cruz. Desde una vida fiel al mandato cristiano del amor al prójimo se ha venido levantando durante dos milenios la civilización occidental; el compendio de sabiduría que ha traído al mundo esa forma de vida basada en el Evangelio, va ligado a un consenso social articulado en torno a la existencia del Derecho Natural, en el cual el respeto a la vida se erige como una norma fundamental, como una verdad de principio, quicio de los sistemas jurídicos vigentes. Aplicando este foco a la actualidad política, salta a la vista que estamos en un momento de involución histórica, en el que el principio secular de verdad se pone en cuestión, negando el valor que ha tenido para construir sociedades estables. Según esto, la explicación contenida en la seudo noticia con la que hemos empezado, distrae de la verdad, pues juzga como emoción coyuntural lo que es profundo malestar existencial, provocado por el desprecio del gobierno al espíritu milenario de la nación.
Dicho esto, conviene repasar los hechos recientes acaecidos en España bajo la acción de ese aberrante gobierno, que se presenta de nuevo ante nosotros como una severa amenaza de aniquilación del inmenso patrimonio moral y material que nuestros antepasados nos legaron. En estos momentos nos estamos jugando la supervivencia de la patria, el respeto a la vida, consagrado por el Derecho Natural, y la posibilidad misma de la convivencia pacífica entre españoles.
Las personas nos movemos entre dos polos: el pecado, o amar la voluntad de Dios. Esta segunda opción nos garantiza la única felicidad posible en esta vida, y, ¡ojo con esto!, porque no es cualquier cosa; amar la voluntad de Dios nos transporta a un estado grandioso; y tanto es así que, de hecho, todos 'estamos programados' para reconocerlo y desearlo; y cuando la vida nos pone ante una de esas personas 'felices', nuestro corazón no duda, 'y piensa': ¡ojalá pudiera yo tener esa calidad humana! 
Para alcanzar ese estado de gracia no hay más camino que imitar a Jesucristo. Porque por medio de éste, de su sacrificio, quiso Dios realizar su plan de devolvernos la familiaridad con Él, y por tanto la alegría, que el pecado nos había arrebatado. Esa imitación se consigue naciendo de nuevo, por la regeneración personal que supone romper con la vida de pecado que nos esclaviza. Este nuevo nacimiento es posible por medio del bautismo, en el cual se realiza la muerte al pecado (aunque para los que fueron bautizados al nacer sea necesario un itinerario de formación que permita renovar conscientemente esas renuncias y promesas) y acontece también la consiguiente resurrección, que nos devuelve la familiaridad con Dios. Sólo así es posible vivir como resucitado, y contagiar al mundo la alegría de vivir. Nos vendrán luego pruebas dolorosas, pero asistidos por la gracia de Dios las superaremos. El bautismo lo cambia todo: el miedo queda controlado; la libertad pasa a ser absoluta; el amor se convierte en una fuente inagotable de vida. Por el bautismo se pasa de vivir como esclavo (de las pasiones) a vivir en la libertad de los hijos de Dios, con una perfección de vida como la de Jesucristo, por la imitación de su humildad, mansedumbre y paciencia, y por el rechazo de toda obra mala. Por el bautismo pasamos de vivir según los apetitos de la carne a vivir en el espíritu. Enterrados con Cristo -eso significa la inmersión en las aguas del bautismo- resucitamos con Él a una vida nueva, desvinculada del pecado y de la muerte. Esto es lo que nos permite enfrentarnos a las asechanzas del mundo, del demonio y de la carne, y salir victoriosos. 
Lázaro, el hermano de Marta y María al que Jesús sacó de la tumba, es icono de la vida de resucitado:  mereció por parte de los sacerdotes la misma sentencia de muerte que Jesús, porque, por su 'nueva vida', muchos judíos se convertían al cristianismo.
En la búsqueda de la plenitud o perfección personal hay un antes y un después con motivo del bautismo. Como el corredor que cubría la carrera en un estadio antiguo, y tenía que pararse para girar en redondo y retornar, en toda vida que aspire a la perfección cristiana se ha de dar este punto de parada y vuelta. Por él, se interpone una muerte entre la vida pasada y la nueva, por la cual quedamos libres de las manchas que el pecado había dejado en nuestra alma, y, dándole la espalda a las obras carnales, comenzamos a vivir desde el espíritu. 
El bautismo requiere una preparación, un camino previo con Jesús, para conocerle y aprender a amar su Cruz; y Él mismo es nuestro Maestro en ese itinerario (como lo fue para los de Emaús), si le dejamos. 
El bautismo salvador es sólo uno, pues ha habido una sola muerte en favor del mundo, y hay una sola resurrección de entre los muertos; y de ambas es figura el bautismo cristiano. 
En la Pascua de Resurrección celebramos la institución de este bautismo salvador, de esta nueva vida en el espíritu, totalmente libre. En el abrazo de Jesús a la humanidad en la Cruz, se unen el cielo y la tierra; el hombre Jesús es glorificado -hecho uno con Dios- y todos nosotros con Él, y en Él. Y por la imitación de su muerte de cruz -aceptando las que nos toquen- recibimos su misma resurrección. 
El verdadero camino de la salvación cristiana es esa imitación de Cristo hasta el final; no hay que perder de vista esto, porque hay muchos que intentan taparlo, y viven como enemigos de la cruz, para su perdición. Éstos sólo piensan en las cosas de la tierra, y no esperan la salvación que viene de Cristo. Traen división a la Iglesia, tuercen la herencia recibida, y extravían a muchos. 
Ojo con ellos, porque, alejándose de la cruz, se adhieren al mundo y sus sofismas; incluso al más dañino de ellos: la negación de la ley natural, con lo que invalidan el evangelio de Cristo. Y ya están a la puerta los que reclaman un sitio para la mujer en la Iglesia, como si careciera de él; los que tergiversan a los clásicos: a San Juan, y a Santa Teresa... despojándolos de su cruz, y anulándolos... 
En la cámara de gas de una Prensa mentirosa empedernida, van a tener lugar las dos elecciones más importantes de la democracia española. En ellas nos jugamos la continuidad de un proyecto honrado de vida en común, fundamentado en el bautismo salvador, que tiene siglos de historia. El enemigo es la codicia de los hombres; y ya podemos rezar y hacer sacrificios, porque los impostores parten como favoritos. Su plan para desterrar definitivamente a la reina Verdad avanza sistemáticamente desde la instauración de la democracia. No deja de ser asombroso cómo hemos llegado hasta aquí, y es, de hecho, un misterio, el misterio del mal. Viendo su fuerza, y nuestra fragilidad, está uno tentado de pensar que no se puede hacer nada para frenarlo; asombra, por ejemplo, que, siendo que todo el mundo sabe que los diarios dicen sólo lo que le interesa al capital, no se pueda vencer la inercia de la buena fe de la gente, y basta con que los medios pongan un poco de solemnidad al dar una noticia, para que muchos se la crean. Y esto está pasando especialmente en esta precampaña, con consecuencias dramáticas. 
Vuelvo a recalcar, a fuer de ser pesado, que el empeño actual en destacar las diferencias entre los partidos no es porque, en verdad, las haya, sino porque es imprescindible para el progreso del plan Agenda 2030 que el pueblo siga creyendo que políticamente todo es 'igual que siempre' -un orden basado en la familia, la propiedad privada, y el Estado- cuando lo cierto es que casi nada de eso queda en pie, y en estos momentos están los magnates a punto de echar el cerrojo a la prisión digital en que nos han ido metiendo. Y esta premisa es vital para observar lo que ocurre y adoptar medidas urgentes; porque si dejamos que la mentira oficial siga su curso, y que Sánchez vuelva a gobernar, ya nada podremos hacer, salvo lamentarnos. 
Si alguno necesita entender cómo es eso de que todos los partidos son en realidad uno solo, digo que todos están a las órdenes de los magnates, y repetiré lo que pasó cuando aquel fenómeno extrañísimo, llamado covid, nos encerró en nuestras casas durante meses. Mientras veíamos tonterías en la tele, el parlamento y los gobiernos trabajaban frenéticamente para cambiar la sociedad; leyes y economía dejaron de ser cosa pública para estar manejadas totalmente por Bruselas, y España, para cuando se levantó el confinamiento, era ya, de facto, un país sin libertades. 
Esa unanimidad entre partidos quedó clara cuando, para rematar la faena del encierro, todos, desde el último ujier hasta el Rey, pasando por jueces, diputados y gobierno, dieron su sí a un Decreto-Ley de Alarma que vulneraba la norma Constitucional, la cual establecía que una emergencia nacional exigía que la coordinación estuviera centralizada (por pura lógica) en una Única Autoridad Nacional, y no en "17 + 1", como estableció el Decreto bastardo que nadie denunció. 
Y una vez aprobado en las Cortes, la 'dulce' Isabel Díaz Ay... lo aprovechó para disolver su asamblea -¡en medio de una emergencia nacional y sin motivo!- siguiendo órdenes de Bruselas, y con un triple fin: uno, disipar, encumbrándola a ella, vía Indra, las sospechas por haber sido líder en el epicentro mundial del malvado toxicovid; dos, poder echar al Casado-tapaderaPP-paradejarexpoliarEspaña, para abrirle paso al tiburón-Núñez que nos va a oprimir; y tres, y esto sobre todo, relanzar la podrida fama de Sánchez, quitándole de encima a Iglesias, porque ya de aquella se veía que Pedro el Cruel aún no había acabado con España y tenía que seguir otros cuatro años con su siniestra faena *[y si esto no pudiera ser, prolongar al menos su fama lo suficiente para que, aun perdiendo las elecciones, siguiera funcionando como amenaza latente para la gente de orden, que, notando su aliento de villano en el cogote, no pensaría tanto sobre si el nuevo inquilino de la Moncloa no sería aún más mentiroso y dañino que el saliente].
Y está llegando ahora el momento decisivo, porque si este malhadado líder logra volver a gobernar, triturará hasta la última piedra de la tradición de España, para instaurar la paz de la desolación, y seguir con el cuento de que somos una democracia moderna. 
Hace falta disponer de un colchón de vida eterna para atreverse a decir abiertamente estas cosas... uno como el que tienen los bautizados. Y por esta razón estamos los españoles en el punto de mira de la Agenda 2030. La violencia que está desplegando Dondín en España, y especialmente en estas elecciones, ha llegado esta semana a un punto álgido, con una tremenda embestida contra la Iglesia. Por un lado, presionando a sus infiltrados en ella para que la dividan, y, por otro, volviendo a desplegar el arsenal propagandístico de los abusos, explotando el visceral prejuicio anti-eclesial sembrado y cultivado durante años. 
Por la primera acción han pretendido amordazar la voz crítica de la Iglesia en este momento nacional tan importante para el plan totalitario, relanzando la estratagema que hace unos años puso al pueblo de Dios en el ojo del huracán por los escándalos sexuales; y por la segunda acción han avivado el poder destructivo de aquella estrategia, calumniando a muertos que no se pueden defender; dos acciones viles que, bien miradas, desvelan la debilidad de ese proyecto quimérico de sociedad teledirigida, que recurre a la más refinada violencia ante cualquier contratiempo. 
¿A quién se le ha ocurrido en la CEE presentar justo en estos delicados momentos un dossier de relatos de abusos, probablemente falsos? ¿No tendría que estar denunciando la política anti-vida del gobierno?
Por haber abonado el terreno a los calumniadores, sobre esos administradores infieles caerá el daño moral infligido a la Iglesia y a miles de españoles cuya conciencia ayudaron a formar los muchos curas de cuya memoria se ha hecho ultraje con testimonios cuya veracidad jamás podrá ser comprobada. Es intolerable que se permitan estas afrentas de medios privados de comunicación, en un estado moderno; y la culpa la tienen quienes, a sabiendas de que este tipo de daños se pueden y deben evitar, siguen sin exigir una ley orgánica que regule el Derecho Fundamental a una información digna.
La acción de la CEE de tirar piedras sobre su propio tejado le da facilidades al establishment para seguir pecando y dañando al pueblo; y no hace falta decir, además, que es una hipocresía esto de acusar de abusos a la Iglesia, ya que el mismo gobierno que la acusa fomenta masivamente esas prácticas, hasta en las escuelas. 
Pero estamos en una guerra cruel y sin cuartel, y al mismo tiempo que se le tapa la boca a la Iglesia por medio de la propia Iglesia, nuestro Papa Francisco, que desde el comienzo nos tiene acostumbrados a dolorosas imprudencias, sale de nuevo a la palestra formando parte de un show en 'Lo de Évole' (que viene a ser 'Lo de Tóvale') y consigue que seamos subidos de nuevo a la picota, permitiendo que lo que es fruto del error pase, por arte del engaño de la tele, como opresión de un Dios injusto. Y, para guinda del pastel, el Papa recurre a su poder de legislador absoluto, en un alarde de justicia reparadora, amplificando así el ya desorbitado eco del triste pecado sexual en la Iglesia. 
Hay tanto en juego en estas elecciones que las insidias no cesan. Dado que es absolutamente imprescindible para el éxito del plan 2030 que nadie se atreva a decir que es un totalitarismo, sus ingenieros están viendo que se hace necesario terminar de reventar las costuras de España, para lo cual necesitan que siga Sánchez. La quimera se ha dado cuenta de que España es toro hasta la cola, y, mal que les pese, han decretado destrozarla del todo. Un ejemplo elocuente de esta coyuntura es que, habiendo anunciado ayer la prensa que ya no se iban a sacar más leyes antes del 28-M -lo cual es puro sentido común-, nos sorprenden hoy, Viernes Santo, con la noticia de que el gobierno presionará a la cámara para sacar  antes de las elecciones municipales 'la ley maestra de la legislatura'. La orden de pulverizar hasta la última piedra de España hace imprescindible que Sánchez gane las elecciones generales, porque la vuelta del PP al poder, después de haber hibernado los años del expolio nacional, ha de estar revestida de un "Aquí venimos nosotros, a reparar los destrozos causados por la izquierda", de modo que quede a salvo el trampantojo de la democracia, escudo y máscara del control social.
Tal es la importancia de este asunto que, puesto que los cerebros de Bruselas no ven la forma de impedir que España castigue a Sánchez, han decidido para esta campaña hacer desaparecer a Núñez, esconderlo, sumergirlo, convertirlo en fantasma, hasta que llegue su momento. Empezaron poniendo en su boca el elogio del aborto; siguieron con lo de su afinidad con los narcos gallegos; le hicieron coquetear con la iglesia Evangélica; en la moción lo borraron; subieron a VOX para bajarle a él; le pusieron más tierra de por medio con la mayoría católica; y ya han empezado a decir que como no da la talla, va a ser sustituido por Ayuso en el liderazgo del PP... (¡bulo!) Y todo para evitar que aglutine en torno a sí el voto de castigo a Sánchez.   
Insiste sobre todo la prensa en hacer que parezca que en estas elecciones hay que elegir entre opciones ideológicas, cuando en realidad sólo podemos elegir entre más muerte o ralentizar la destrucción de España. Para este voto paliativo conviene elegir en masa a Núñez, pero sin olvidar que el plato fuerte no es la votación sino la legislatura, en la que tendremos que luchar cuerpo a cuerpo si es que queremos, al menos, salvar los muebles... 
Mi madre admiraba a José Antonio, pero mi abuela paterna pasó cinco años en prisión por la maldad de unos falangistas, y ante esto me pregunto ¿cómo se explica el matrimonio de mis padres? Y yo mismo me respondo: para cuando se casaron mis padres habían pasado diecinueve años desde el final de la guerra, en los cuales fue crucial hacer acopio de talento y virtud para sobrevivir; con lo cual es obvio que la afinidad entre mis padres la definió más el obrar que el pensar. Y me apoyo en esta conclusión para desenmascarar el engaño que supone dividir a España en fachas y rojos. Es tan útil ese engaño para los impostores, que no han dudado en avivar de nuevo el peligroso fuego del rencor fraterno, y ya están malmetiendo con Franco otra vez. ¡Que Dios los perdone!
Salta a la vista que el destrozo causado por Sánchez es ya tan imposible de ocultar, que ha obligado a Bruselánchez a lanzarse al ruedo ibérico a por todas. Han mejorado una barbaridad, de un día para otro, nuestros índices económicos; ¡han encerrado al Papa en Barrio Sésamo!; la temperatura de la III Guerra Mundial sube que da miedo para que no hablemos de lo que nos importa; al decano ABC lo han hecho actor de una farsa de ninguneo con Bolaños, para que sigamos pensando en luchas de derecha e izquierda; nos aturden con un bombardeo incesante de peleas intestinas en los partidos; y, para salpimentar el guiso, no falta el recurso a las bajas pasiones: úteros y famosillos para cotillear; mujeres atractivas metidas a políticas para enviciar a posibles disidentes; amaños en gestas deportivas, etc. etc. etc. 
El sentido de la vida -la conciencia moral- que nos da luz para entender las acciones políticas, está siendo sistemáticamente ocultado en los últimos tiempos. Sin embargo, aún somos muchos en España - sobre todo entre los católicos - los que  alcanzamos a ver, horrorizados, el potencial destructivo de las políticas del gobierno. En este contexto, a las puertas de unas elecciones cruciales, y siendo la Iglesia la fuerza social más obligada a reprochar, corregir y resistir a Sánchez, resulta desazonadora -por engañosa, contraproducente e inoportuna- la autoinculpación oficial de la CEE de esta semana en el tema de los abusos. Esto supone una preocupante deriva, y se corresponde con otra no menos preocupante: la que le asigna al Papa Francisco un lugar respetable en medios que tradicionalmente han calumniado a la Iglesia. 
La impostura de los que quieren suplantar a Dios está desnuda, y a la vista de todos, para vergüenza y oprobio del género humano... reincidente en la lanzada al Corazón de Jesucristo. "Entonces, si alguno os dice: 'Mirad, el Cristo está aquí o allí', no lo creáis. Porque surgirán falsos cristos y falsos profetas, que harán grandes señales y prodigios, capaces de engañar, si fuera posible, a los mismos elegidos. ¡Mirad que os lo he predicho!" (Mt 24, 23-25)

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